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El autor de este artículo es Manuel
Ruiz Lagos, quien avala -por su dedicación y
especialización en temas jerezanos y andaluces- la correcta y
rigurosa situación de este fenómeno histórico.
El profesor Ruiz Lagos, jerezano, es Doctor en Filología Románica.
Hasta su jubilación, ha sido Catedrático de Literatura Española y
profesor de Sociología Literaria de Andalucía en la Facultad de
Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla. Especialista
en estudios andaluces de la época moderna y contemporánea, destacan
de su bibliografía los siguientes trabajos: "Ilustrados y
reformadores en la Baja Andalucía", "Política y desarrollo social en
la Baja Andalucía", "Ensayos de la Revolución. Andalucía en llamas",
"País Andaluz", "El andalucismo militante, "Ramón de Cala", "Retrato
de Juan Goytisolo", "Moriscos: De los romances del gozo al exilio" y
"Contra moriscos: El sumario Bleda". Es premio "Andalucía" de
periodismo del Ateneo de Málaga y del Colegio de Licenciados y
Doctores de Jaén, así como del diario ABC de Sevilla.
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- Apuntes para una reflexión
- Causa y origen de la
organización
- Una “sociedad” de pobres
- Antecedentes de la
organización
- El Blanco de Benaocaz
- Creación del Tribunal
Popular
- Ausencia de clase media
- Una interpretación bakuninista
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Apuntes para una reflexión
Si
una fecha es importante en la historia contemporánea de Andalucía y,
particularmente, de Jerez, ésta es, sin duda, la de 1883. A la luz de los
tiempos, en la perspectiva de más de ciento veinte y cinco años, aparecen en
ella ante nosotros sucesos reveladores, datos de primera magnitud que podrían
explicar nuestras tradicionales y difíciles circunstancias sociales, culturales
y políticas, hasta el punto de constituir su meditación un punto de partida
esclarecedor para el correcto análisis del momento presente.
El año 1883 es emblemático en nuestra pródiga y rica crónica. No será casual
que, junto al recuerdo del andalucismo histórico, nacido también –entonces- por
la discusión y redacción de la Constitución Federal de Antequera, haya otros
acontecimientos que detecten la evolución social y política de nuestro país.
Mientras políticos federalistas se afanaban por encontrar respuestas apropiadas
al magma andaluz, el río interior de lava ardiente, el ensayo de la revolución,
se desbordaba con los famosos sucesos conocidos bajo el epígrafe de La
Mano Negra, ocurridos en Jerez y comarca en la primavera del referido 1883.
Retratos de los ajusticiados en Jerez, acusados de formar parte del núcleo
directivo de La Mano Negra,
según fueron publicados en la “Revista Semanal Ilustrada” de Madrid, número 87,
del domingo 29 de junio de 1884.
No
sería ninguna equivocación pensar que el proyecto político federal para
Andalucía nacía como respuesta a una dura conflictividad obrera, cuyo testigo
señalado se evidencia en la implantación de la Internacional,
debatida en estos años en este espacio territorial entre las corrientes
marxistas y bakuninistas.
De forma paralela a esta circunstancia del obrerismo, aparecen los trágicos
sucesos de La Mano Negra, cuyo
origen, fin, contexto y proyección siguen siendo hoy -después de haberse
convertidos en leyenda - casi enigmas.
Será, pues, éste un artículo que trate de situar con todo rigor la problemática
de los hechos, apoyándose en la documentación histórica y en las
interpretaciones que distinguidos especialistas han tratado de dar a tan oscuro
capítulo de los movimientos sociales andaluces, sin pretender llegar a
conclusiones definitivas sino provocar una inquietud y reflexión personal sobre
los mismos.
Causa y origen de la organización ^
Cuando Andalucía se debatía por superar los mínimos estadios de su desarrollo,
cuando su estructura socio-económica permanecía limitada en una demarcación
exclusivamente agraria, el nombre de La
Mano Negra era la advocación que
las madres usaban para asustar a sus hijos.
Venta de Nuñez en
la que se situaban sucesos luctuosos de La Mano Negra ("Ilustración Española y
Americana" 1883).
Todavía, hoy, en el sustrato mental del andaluz medio, se cruzan los dedos
agoreros para espantar ese mal sin remedio y catastrófico que se encubre bajo el
fantasma de tal denominación. Ahora, al siglo largo de su aparición (1883-
2009), nos volvemos a preguntar dubitativamente: ¿Existió realmente esta
asociación cuyos móviles parecían ser el robo y el crimen?, o ¿acaso fueron
aquellos tristes sucesos causales circunstancias que terminaron incidiendo en
agrupaciones obreras ajenas a los mismos?
Del relato de los hechos que se exponen y, aun, recurriendo a los fondos
documentales a nuestro alcance de la forma más exhaustiva, se podrá poner en
entredicho el origen de dicha organización, incluso su posible existencia, pero
lo que sí queda ampliamente demostrado, como punto de partida, es la adversa
situaron de abandono en que se encontraban las clases populares, dependientes de
un sistema secular de orden económico injusto y proclive, por tanto, a derivar
en reacciones de contestación social.
Grabado publicado en el rotativo "Le Monde Illustré"
1883. Dibujo de M. Urrabieta y
grabado de Langeval.
Inserta el siguiente comentario: Suplicio aplicado por los afiliados de la Mano
Negra a los delatores. Cuerpo encontrado por la Guardia Civil camino de Arcos.
El
caso de La Mano Negra constituye
un grave episodio, un flash fotográfíco,
de una situación penosamente sostenida. Una típica “alteración” andaluza que,
como el magma de un volcán, emerge inesperadamente por las fisuras sociales y
arrasa todo lo que obstruye su paso.
El
Tribunal de Orden Público declara presos preventivos a asociados obreros.“La Ilustración
Española y Americana”, 1883. Foto Montenegro.
Los desdichados sucesos atribuidos a esta secreta organización ocurrieron en un
ambiente deprimido vital, física y culturalmente. El propio Blas Infante, pocos
años después de los hechos, dejó descrita con mano maestra la triste
circunstancia de depauperación y agravio: “Yo tengo clavada en mi conciencia
-desde mi infancia- la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su
hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de
las tardes invernales. He presenciado cómo son repartidos entre los vecinos
acomodados, para que éstos les otorguen una limosna de trabajo tan sólo por
fueros de caridad. Los he contemplado en los cortijos desarrollando una vida que
se confunde con la de las bestias; les he visto dormir hacinados en las sucias
gañanías, comer el negro pan de los esclavos, esponjado en el gazpacho
maloliente y servido -como a manadas de siervos-en el dornillo común. Y,
después, he sentido vergüenza al leer en escritores extranjeros que el escándalo
de su existencia ha traspasado las fronteras, para vergüenza de España y de
Andalucía”.
Discutidos o no, los sucesos de La
Mano Negra serán, en gran medida,
fruto de la incultura, de la insolidaridad y de la depauperación.
En cualquier caso, la meditación sobre estos hechos lejanos que hace más de un
siglo conmovieron a la opinión pública debiera ser tenida, a la luz de la
historia, como punto de reflexión. Calibrar estos hechos es una grave
responsabilidad que a todos nos cumple para contribuir a superar desdichadas
situaciones endémicas que impidieron a esta tierra nuestra abandonar
definitivamente los estrechos límites de la pobreza.
Una “sociedad” de pobres ^
Internos imputados de colaborar en las acciones subversivas anarquistas, “La
Ilustración Española y Americana” 1883, sobre fotografía de Rocafull.
Los sucesos que se engloban bajo la denominación de procesos de La
Mano Negra se centran sobre
varios casos vistos en la Audiencia de Jerez y Juzgados del Puerto de Santa
María y Arcos. Los hechos afectan a las ciudades de Algar, Bornos,
Espera, Prado del Rey, Jerez, Villamartín y
Arcos. Una extensa zona que se señala como la campiña de Jerez y que presta a
los asesinatos perpetrados unas características muy especiales, ya que no tienen
punto de comparación con las agitaciones del bandolerismo y se significan más
como auténticas tragedias rurales. Son hechos realizados de una forma brutal que
presentaron a la presunta organización como instrumento terrorífico envuelto en
un espeso velo de sangre.
Un narrador contemporáneo -Manuel Cubas- describe así el ambiente de las
poblaciones afectadas: “Durante la primavera y estío de 1883, las ciudades han
presentado un aspecto triste; cuerdas de presos que entran y salen de la cárcel;
el estado de los ánimos, las nuevas prisiones a cada momento, el temor, el
recelo, todo él comunicaba una fisonomía especial. Parecían ciudades atacadas
por una terrible epidemia o donde se hacen los preparativos para una guerra, y
todo contrastaba con el aspecto risueño de sus hermosas campiñas, que desde el
centro de la población se domina por completo”.
Palacio de Justicia de Jerez ("Ilustración Española y Americana" 1883).
Parece ser que en un proceso incoado en la Audiencia de Jerez, en agosto de
1878, se tenían ya noticias de la existencia de unaAsociación que,
bajo el título de "Sociedad de pobres contra sus ladrones y verdugos”, actuaba
ejerciendo auténtico terror. Parte de estos documentos fueron custodiados por el
juez Don Mariano del Pozo y -posteriormente- se recurrió a ellos en la búsqueda
de antecedentes que esclareciesen los hechos de 1883.
El primer caso -presuntamente relacionado con esta Asociación-
fue el de Fernando Olivera Montero, fallecido en Arcos, “de resultas de un golpe
que él mismo se había dado con la culata de una escopeta, según se decía". La
indagatoria del proceso cita a una serie de testigos para aclarar la verdad de
los hechos. La esposa del asesinado, María Josefa Navarro, acusa a Cristóbal
Duran Gil de amenazar a su marido y expresa que la intención del presunto
homicida fue coaccionar a su esposo para que “se apuntara a la Internacional".
Ante la implicación política suscitada, Durán se reconoce, en principio, miembro
de dicha sociedad política, pero aclarando que: “no ha conocido sociedad alguna
que tenga por objeto matar, ni robar, ni para ello -dice- tengo yo principios.
Yo sólo sé de una sociedad de socorros para la familia, y no para matar."
A partir de este momento se suscita la pregunta histórica: ¿Se actuaba contra un
posible “orden internacionalista”, achacándole hechos de una Mano
Negra inexistente o creada para
ejercer la represión del movimiento obrero?
La
cuerda de presos sale de la antigua cárcel de Jerez ("Ilustración Española y
Americana" 1883, por J. Comba, de fotografía de Montenegro).
El
abogado defensor de Durán -José Velarde- parece aludir a ello cuando se refiere
a su defendido: "El mismo se contempla fuerte, robusto y apto para soportar las
fatigas del trabajo, que por desgracia no encuentra. Pero -entonces- recuerda
que haysociedades con fines
lícitos, según le han hecho creer, que sólo tienden a aumentar la producción
regulando el capital y el trabajo, y para remediar su miseria se decide a
ingresar en ella”.
Finalizado el proceso, los inculpados fueron condenados a cadena perpetua. Otro
de los abogados defensores, Francisco Camacho, no estuvo conforme con las
conclusiones del fiscal, por razones graves y profundas que afloran a lo largo
del proceso: “Tampoco –dice- hay términos hábiles para asegurar que la sociedad
a que se creen afiliados los procesados sea la que se conoce con el nombre de Mano
Negra o a la Internacional (AIT),
ni que las lesiones producidas por los acusados fueran de tal gravedad que
originaran la muerte de Olivera”.
Es evidente que el abogado supo separar los notables matices y diferencias que
—sin duda— existían entre la Internacional y
la hipotética Mano Negra,
caballo de Troya de la situación.
Antecedentes de la organización ^
Francisco Corbacho (izquierda), acusado de presidir el Tribunal Popular y de
proponer la muerte de “El Blanco de Benaocaz”.
Pedro Corbacho (derecha), acusado de los mismos delitos. Fotos tomadas en 1883
por el gabinete fotográfico de G. A. Montenegro, sito en la calle Larga número
15 de Jerez.
La
prensa enjuiciaba así los hechos y sus causas: “En los comienzos del año 1883
crecía por momentos el interés de las noticias que toda la prensa publicaba
sobre la vasta asociación internacionalista de Jerez. Los hechos que se referían
revelaban gran perturbación moral, producto de varias causas de índole diversa.
El malestar que por efecto de la pérdida de las cosechas aquejaba a aquellas
regiones, el espectáculo del caciquismo avasallador
y sin freno que todo lo corrompía y destruía y otras mil causas, entre las que
deben contarse los desengaños políticos durante la época que engendró la
Revolución de Septiembre, llevaban a los obreros a buscar el remedio de sus
males en el seno de asociaciones tenebrosas que hacían del crimen su principal
instrumento y su única virtud”.
El ambiente que rodeaba a los procesos no podía ser más negativo. Las viñas eran
destrozadas por la noche. Los plantes de braceros se habían convertido en algo
cotidiano. “A pesar del buen estado del campo - escribe Cubas- las viñas
adelantaban poco porque los propietarios no podían dar todas las labores que
necesitaban a causa de las crecidas exigencias de los jornaleros. Todos los
braceros hablaban con la mayor naturalidad de la Junta,
como ellos llamaban a la sociedad a la que pertenecían y confiaban mucho en su
triunfo”.
Los datos aproximados, ya que los sumarios son problemáticos, arrojan la
siguiente estadística de Asociaciones Obreras Andaluzas integradas en la Internacional.
En la Alta Andalucía, 69 federaciones locales, 179 secciones de oficios y un
total de 19.181 obreros federados. En la Baja Andalucía 61 federaciones locales,
180 secciones de oficios y aproximadamente 19.168 obreros federados.
Concretamente, en la campiña jerezana se anotan los siguientes obreros
internacionalistas: canteros 22, jornaleros 150, viñadores 700, toneleros 120.
A causa de los sucesos que estamos relatando, se citan cuatrocientas causas
incoadas ante el juez de Orden Público, 234 personas sometidas a jurisdicción
especial acusadas de socialistas, así como 40 personas ingresadas en la cárcel
de Jerez sin proceso abierto.
Tomás Pérez de Monforte,
Comandante-Primer Jefe de la Guardia Rural de Jerez ("Ilustración Española y
Americana" 1883", por Carretero, sobre probable dibujo de Badillo).
Los comentarios no se daban punto de reposo y por todas partes rebosaban
noticias, detalles y hasta se afirmaban antecedentes de la situación. Las
personas que ya llevaban muchos años de residencia en Jerez recordaban como
orígenes de la cuestión sucesos lejanos, ya dados completamente al olvido.
Entre otros recuerdos que se desenterraron fue uno de ellos el que en 1855,
cerca de treinta años antes, se descubrieron por la Guardia Civil asociaciones
masónicas y carbonarias con tendencias análogas a las de la Mano
Negra. Un tal don José Astudillo, de mucha celebridad, fue conducido a
Sevilla con otros muchos prisioneros. Más tarde, después de las sublevaciones de Arahal,
se descubrió en dicha villa una denominada “Sociedad Filo-Comunista” y varios
individuos de ella fueron fusilados. Antes del año 1868 volvieron a reproducirse
los sucesos que -periódicamente- desde la aplicación de las antiguas leyes
agrarias se venían presentando, si bien -ahora- la organización obrera parecía
más fuerte y poderosa.
Por las listas que obraban en poder de las autoridades, constaba que apenas
había un bracero que no perteneciese a una asociación obrerista, para el
sostenimiento de la cual pagaban religiosamente una cuota mensual de tres
reales, siendo socorridos en caso de enfermedad o carencia de trabajo. Había
mujeres afiliadas que eran designadas con el nombre de “compañeras” para
misiones especiales. Estos u otros datos eran recogidos exhaustivamente por los
reporteros del momento.
Tan populares eran las “asociaciones” que -incluso- aparecieron en las
manifestaciones folklóricas de la tierra:
Todas las niñas bonitas
Tiene en casa un letrero
Con letras de oro que dicen
Por un asociado muero.
Le pregunté a mi morena
Que por qué me despreciaba
Y me contestó serena
Que en la “asociación” entrara.
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Cádiz. Fachada de la cárcel provincial que sirve de prisión a los presuntos
afiliados de La Mano Negra ("La Ilustración Española y Americana", 1883. Dibujo
de J. Comba, según fotografía de Rocafull.
Grabado por Rico).
Sin duda alguna, el caso que conmovió a la opinión pública y el que ofrece una
mayor acritud obrerista fue el seguido a los hermanos Corbacho, por el presunto
asesinato político de Bartolomé Gago Campos, también conocido como “El Blanco deBenaocaz”.
El número de las personas implicadas y sus declaraciones dejan claras sus
adscripciones a la Asociación de Trabajadores pero, también, dejan patente que
el móvil del asesinato de "El Blanco” no fue más que la casuística que
desencadenó el descubrimiento de raíces políticas nada implicadas en los hechos.
José Oliver y Vidal, Capitán de la Guardia Civil, en el caso de La Mano Negra
("Ilustración Española y Americana" 1883, sobre probable dibujo de Badillo).
Las personas juzgadas son todos braceros, jornaleros o pequeños agricultores
dependientes: José León Ortega, Salvador Moreno Piñero, Gregorio Sánchez Novoa,
Antonio Valero Hermoso, Juan Ruiz Ruiz,
Manuel Gago de los Santos, Cristóbal Fernández Torrejón, Gonzalo Benítez
Álvarez, Rafael Jiménez Becerra, Bartolomé Gago de los Santos, Cayetano Cruz,
Agustín Martínez Sáez, Juan Cabezas Franco, Francisco Corbacho, Pedro Corbacho,
Roque Vázquez García y José Fernández Barrios. Los incursos en esta larga nómina
-según los autos- tienen instrucción, saben leer y escribir y carecen de
antecedentes penales. Este dato es muy importante en una zona donde el
analfabetismo ha sido endémico.
El móvil de la detención parte del descubrimiento del cadáver de Bartolomé Gago
Campos, conocido como "El Blanco deBenaocaz",
asesinado y sepultado en el lugar llamado "El Algarrobillo", del término de
Jerez.
De las indagaciones y careos dedujo el Tribunal. en su sentencia, que "dicho
asesinato promovía la causa del delito en la existencia de una Asociación que
dicen proponerse el mutuo auxilio de los trabajadores, en la que los socios se
conocen por números y existe un centro denominado comisión organizadora, al que
conceden la facultad para dictar "decretos de muerte" contra los asociados;
decretos que, llevando el sello de la organización y la firma del presidente,
deben ser ejecutados inevitablemente por socios, aunque la muerte afecte a sus
propios padres, so pena, en caso contrario, de sufrir el mismo castigo" (Sentencia del
proceso de los hermanos Corbacho. Autos.
Madrid. 1883).
Sin tener pruebas fehacientes aunque sí indicios y contradicciones de los
procesados, se achaca desde el primer momento al móvil político la causa de la
muerte de Gago Campos, y se declaran como componentes de la “Gestora de la Junta”
a Francisco Corbacho, Pedro Corbacho, Juan Ruiz Ruiz y
Roque Vázquez García.
Simulación de época del asesinato de El Blanco de Benaocaz (Revista
Semanal Ilustrada, 1883).
A
lo largo del juicio oral, los principales encartados no niegan pertenecer a la Internacional,
pero afirman desconocer que cosa seaLa Mano Negra. Se refieren en varias
ocasiones al Congreso de Barcelona y reconocen tener número en la Sociedad.
El acusado Corbacho declara taxativamente: "Que para pertenecer a esa Sociedad solamente
se exige ser hombre honrado y tener buenas costumbres, puesto que sólo va
encomendada al socorro de los trabajadores”.
En las pruebas periciales se aporta el llamado "Reglamento del Núcleo
Popular-Mano Negra”, documento que no pertenece a este proceso y que fue cedido
por el juez de Orden Público que actuaba en otra causa seguida contra Manuel
Estévez, por asociación ilegal y reunión clandestina.
Este puede ser el documento sobre el que se gestó el mito de La Mano Negra. Su
importancia es capital y su contenido nos refuerza en la idea de la posible
existencia de un "grupo liberado' extremista que realizase acciones
incontroladas que – posteriormente- se relacionaran equivocadamente con la
Internacional y sus afiliados en la Baja Andalucía.
Bartolomé Gago de los Santos (izquierda), supuesto ejecutor de la sentencia de
“El Blanco”. José León Ortega (derecha), acusado de degollar a “El Blanco”.
Fotos del gabinete Montenegro en las que aparecen escritos los créditos
precedentes.
La
Audiencia de Jerez juzga el caso del Blanco de Benaocaz.
Grabado sobre dibujo de la realidad por J. Comba, "La Ilustración Española y
Americana" 1883. Grabador Rico.
La audiencia de Jerez juzga el caso del Blanco de Benaocaz.
Preside el Tribunal el Honorable D. Juan A. Hernández Arbizu,
ponente de la causa. A su derecha D. Carlos Toledano, marqués de
Santa Amalia, y a su izquierda D. Gregorio Cordón, magistrados.
Sentado a la mesa de la derecha se ve al Fiscal de S. M. D. Pascual Domenech,
cubierto con birrete y señalando con el dedo. Los abogados
defensores de los acusados figuran a la derecha del Fiscal. Fueron
éstos: D. Adolfo Ruiz Heredero, D. Manuel Pío Barroso, D. Joaquín
Pastor y Landero, D. José Luqué y Beas y
D. Salvador Dastis e
Isasi.
En la parte inferior, de pie, D. Miguel Sánchez Martín, jefe del
piquete de custodia de la Guardia Civil. A su lado, en la parte
inferior el capitán del mismo cuerpo D. José Oliver.
A la derecha del grabado sentados en gradas, los acusados. Grada
superior, de izquierda a derecha, Francisco y Pedro Corbacho Lagos;
Juan Ruiz y Ruiz y Roque Vázquez García; Manuel y Bartolomé Gago de
los Santos.
Grada segunda: Antonio Valero Hermoso y Salvador Moreno Piñeiro;
Gonzalo Benítez Álvarez y Gregorio Sánchez Novoa; Cristóbal
Fernández Torrejón y José León Ortega. Junto a la tercera grada, con
vara, cubierto y de uniforme, el portero mayor del Tribunal D. Juan
Ruiz Sala.
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Creación del Tribunal Popular ^
La
prensa extranjera se hace eco de los sucesos de Jerez.
En
el articulado del famoso Reglamento se
leen disposiciones como la siguiente: "Habiendo sido la Asociación Internacional
de los Trabajadores puesta fuera de la Ley por los gobiernos burgueses, ha
tenido que convertirse en organización revolucionaria secreta, para llevar a
cabo la revolución social violenta; pero como para llegar a este término tienen
que pasar algunos años y la burguesía no para de cometer crímenes contra la
clase trabajadora, cuyos crímenes es menester castigar antes que llegue la
revolución social, y considerando que todos los federados no son a propósito
para llevar a cabo estos castigos de un modo conveniente, por estas razones se
forma un núcleo denominado "Tribunal Popular', cuyo tribunal será el encargado
de sentenciar y castigar los crímenes de la burguesía.” ( Clara E. Lida, La
Mano Negra, Madrid, 1972).
Sobre esta cuestión, la exposición del acusado Juan Ruiz Ruiz,
maestro de escuela, es de las más enérgicas. Declara ser el número cuatro de la sociedad.
Afirma ser socialista y haber fundado la federación de El Valle. Reconoce que se
rige por las Actas del Congreso de Barcelona de 1881 y señala como promotores de
la organización a los directivos de la "Revista Social”. Se niega a reconocer
existencia de La Mano Negra y
el "Reglamento del Núcleo Popular”.
Juan Ruiz Ruiz,
maestro de escuela, supuesto propagandista y presunto secretario del Tribunal
Popular. Foto del gabinete Montenegro.
Juan Ruiz afirma que las declaraciones de los acusados no son válidas porque
fueron conseguidas con coacciones y malos tratos. En cuanto a la prueba capital
del “Reglamento” fue reconocida por el fiscal Domenech como
perteneciente a otros procesos, pero hizo todo lo indecible para forzar su
aplicación en el caso que le ocupaba en 1883.
Sin embargo, la actuación del defensor Salvador Dastis e
Isasi fue clara y contundente, llena de juicio crítico y situando el problema en
su justo lugar: “No se trataba -dijo- de condenar a la Internacional sino
de aclarar lo ocurrido en un caso clasificado como de homicidio”.
La sentencia definitiva del Tribunal Supremo, colofón al dictamen de los jueces
Juan A Hernández Arbizu,
Carlos Toledano y Gregorio Cordón: “confirmó la pena de muerte impuesta por el
inferior a los reos Pedro y Francisco Corbacho Lagos, Manuel y Bartolomé Gago de
los Santos, Cristóbal Fernández Torrejón, José León Ortega y Gregorio Sánchez
Novoa, añadiendo a esta fúnebre lista el nombre del llamado maestro de escuela
Juan Ruiz y Ruiz, que el tribunal de Jerez sólo había considerado acreedor a la
pena de cadena. Se dispuso lo conveniente para que la sentencia tuviese cumplido
efecto, mandándose suspender en la persona de José León Ortega, hasta ver el
resultado de su enajenación mental” (M. Cubas, Historia
de La Mano Negra, Madrid, 1884).
Y, así, esta macabra historia-narrada con todos sus detalles-se convirtió en
pasto de periódicos y revistas. Y mientras unos creían en una justicia cumplida,
otros sospechaban manejos ocultos de doble intención. Lo cierto es que pocos se
pararon a pensar en las palabras póstumas del ajusticiado Juan Ruiz, publicadas
por “El Cronista” de Jerez, en su edición del 8 de agosto de l884, tomadas de
una carta dirigida a su esposa: “Educa a tus hijos de la más noble manera; como
sabes, ha sido mi objeto principal. Si en algo te he faltado perdóname. Yo estoy
con mi conciencia tranquila y, por lo mismo, en gracia de Dios”.
Al margen del proceso anterior, fueron - también- usados otros como acciones de
la macabra organización. Nos referimos al seguido contra Juan Galán Rodríguez
por asesinato de Juan Núñez Chacón y de María Labrador y homicidio de Manuel
Román Ortiz.
Revisión de la causa de La Mano Negra en el Tribunal Supremo.“ La lustración
Española y Americana”, 1884, por J. Comba.
En
el propio preámbulo de la publicación de esta otra causa se reconoce que no hay
pruebas fidedignas para achacar estos crímenes a la secreta institución. Así
dice el prologuista: “Es uno de los crímenes atribuidos a La
Mano Negra, a pesar de que en el proceso en nada se ha justificado que las
escenas ocurridas en la venta de Juan Núñez tuvieran su origen en los acuerdos
de la mencionada sociedad.
Sólo se traducen -en todo caso- las disidencias grandísimas que existen entre
los jornaleros andaluces que se dedican al viñedo, sobre la manera de ejecutar
la poda. De la misma manera que existen entre los que se consagran a la siega de
los campos, acerca de las condiciones del trabajo, lucha eterna que sostienen
los jornaleros con los propietarios que es la lucha habida siempre entre el
capital y el trabajo.”
El relato del suceso aparece recogido exhaustivamente en el informe del fiscal
don Pascual Domenech en
su actuación del 19 de septiembre de 1883 y en las primeras diligencias del
caso.
Ausencia de clase media ^
Retrato de algunos de los implicados en la cuestión Mano Negra, según fotografía
inserta en el informe publicado por M. Cubas en Madrid en 1884.
Los graves sucesos de Jerez y comarca dieron lugar a importantes intervenciones
parlamentarias. La primera estuvo a cargo del Duque de Almodóvar del Río e –
íntegramente - fue publicada por el periódico jerezano “El Cronista”. En su
exposición analizaba que habían llegado a tal estado las cosas: "De suerte que
se observa en Jerez y se podría extender la afirmación a buena parte de las
ciudades que pueblan la bahía de Cádiz, de que siendo la pequeña propiedad una
excepción y la industria manufacturera casi nula, se observa el fenómeno de que
no existan más que dos cuerpos sociales, uno de propietarios y labradores en
situación holgada y otro de jornaleros. Uno que vive del producto de la renta o
del producto de la labor, y otro que vive producto de su salario. Es decir, que
siendo pequeña en representación la clase media, nos encontramos allí con un
fenómeno extraño a todos los países de Europa; falta el eslabón que enlaza la
alta clase con el proletariado. Pero - además - no es el proletariado de
aquellas ciudades el que depende del salario que gane en una industria fabril -
trabajo casi constante- sino una numerosa clase jornalera que vive de un salario
sujeto a las eventualidades del tiempo que es - en suma- el proletariado
campesino…” (“El Cronista”, 18-03-1883).
El Duque de Almodóvar señala como especialmente responsables de la situación a
una cierta aristocracia y burguesía. Les acusa de haber creado en el
proletariado andaluz “una desconsoladora deficiencia moral”. Indica otras
carencias en la ética del comportamiento ciudadano y agrega: “Aberración que
consiste en no ver el bien donde está, ni el mal donde está el mal, que consiste
en no saber marcar la línea divisoria entre uno y otro; aberración moral, en
suma, que desenvuelve una enfermedad del espíritu, parecida a la enfermedad
física, cuyo síntoma es el trueque de los colores de un daltonismo moral”.
El
Duque de Almodóvar del Río (Jerez 1850- Madrid 1906) en la tribuna
parlamentaria.
Almodóvar pensaba que había que atacar no a una "célula”, sino a las raíces del
mal con una legislación laboral que impidiera los continuos actos represivos a
que se veían sometidos a ejecutar los sucesivos Gobiernos, “porque -escribe-
cuando la máquina legal no sirve para un estado de cosas, y este estado de cosas
continúa, hay que cambiarla por otra máquina legal”.
Mientras tanto seguían las delaciones, las detenciones y la prensa más
conservadora veía en el castigo aislado de La
Mano Negrala única medida para solucionar el conflicto.
El diputado de la minoría federal don Pedro Moreno Rodríguez, en su discurso de
interpelación al Gobierno, termina de puntualizar las razones de Almodóvar: “…El
señor duque de Almodóvar y yo llevamos como los demás labradores de Jerez y de
Arcos, muchos años de sufrir “Manos Negras” o de otro color, que todas nos dan
el mismo resultado. Estamos acostumbrados a sufrir los daños, poniendo por
nuestra parte el remedio que podemos. Probablemente, hemos contraído ya cierto
hábito que nos hace ver la cuestión con serenidad, sin que nos asuste”. Y
agrega: “Mientras las masas obreras han tenido libertad para reunirse, se han
dedicado a la política y han estado dirigidas por hombres políticos. El hambre y
la falta de trabajo ha llevado su contingente al ejército de las faltas. Vengo
gestionando la apertura de obras públicas. Nada se ha conseguido por causa del
eterno expediente que entorpece todo en nuestro país. Ha habido falta de
créditos. Cosas que deben preverse desde ahora porque la calamidad no ha pasado
allí, ni pasará en mucho tiempo. Por un espíritu de centralización que late en
nuestras costumbres toleramos este abandono un año y otro más.”(“El Cronista”
19-03-1983).
Crisis jornalera en Jerez. Jornaleras. Patio del cortijo "La Mariscala"
intervenido por militares. Faenas de recolección supervisadas ("Ilustración
Española y Americana" 1883, por J. Comba).
Las intervenciones parlamentarias no eran baladíes. Ambas, muy válidas como
dictámenes de la situación, procedían de políticos avezados y comprometidos. El
diputado federal, D. Pedro José Moreno Rodríguez (Arcos 1839-Madrid 1908), había
sido Alcalde de Arcos, persona muy destacada en el revolución septembrina de
1868, diputado por la circunscripción de Cádiz, distrito de Jerez, en las
elecciones de 1869 y en las de 1871 a 1881 y ministro de Gracia y Justicia
(1873) en la Primera República.
Por su parte, el Duque de Almodóvar del Río, D. Juan M. Sánchez y Gutiérrez de
Castro (Jerez 1850-Madrid 1906), era - en el momento de los sucesos - diputado
por Córdoba. A partir de las elecciones de 1886 lo fue - hasta las de 1905 - de
la circunscripción de Cádiz, distrito de Jerez. Ministro de Estado en varias
ocasiones durante la Regencia de María Cristina y Alfonso XIII. Representante de
España en la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906.
Nadie puede negar, pues, que se desconociera el hondo problema social que
encubría el turbio asunto de La
Mano Negra. Pero -quizás- como escribió el periodista de la época I. Tauzín:
“La Mano Negra vendría a ser,
simplemente, la resolución por la fuerza de lo que debe resolverse por la razón
y por el peso de la opinión pública”.
Una interpretación bakuninista ^
Hojilla suplemento de “El Cronista” de Jerez – sito en calle Gravina 2
- en la que se informaba de la sentencia primera recaída en las causas
criminales de La Mano Negra. Publicada el 18 de junio de 1883, un año antes de
la ejecución de sentencia dictada por el Tribunal Supremo.
Ante el cúmulo de desdichas, la propia AIT desmintió formalmente su relación con
la violenta organización. La Federación de Trabajadores de la Región Española
(FTPE) publicó la siguiente declaración: "Conste una vez más que nuestra
Federación nunca ha sido partidaria del robo, ni del incendio, ni del secuestro,
ni del asesinato, sepan también que no hemos sostenido ni sostenemos relaciones
con lo que llaman Mano Negra”.
Y la propia Revista Social -aquella
que fue tantas veces citada en los procesos- argumentaba: “La Mano Negra no
puede ser sociedad de obreros, sino –quizás- de algunos alucinados adheridos,
tal vez, a ideas irrealizables, constituida más por criminales que por obreros.”
(8-03-1883).
Para M. Tuñón de Lara: “Nada permite -en suma- hablar de La Mano Negra como
organización. Ello no es obstáculo para que pudieran existir pequeñas mafias
(grupos influenciados por el anarco-comunismo) en las fronteras de la rebeldía
secular y de la delincuencia común que, hábilmente explotadas por los órganos de
poder, sirvieron a justificar una represión y una campaña que, pese a sus
protestas, quebrantaría, en cierto modo, a la FTRE. Los más extremistas,
minoritarios en el Congreso de Sevilla, tornaron el título de "Los desheredados"
y celebraron un congreso en Sevilla. Llegaron a sentenciar a muerte a la
comisión federal y no es descabellado relacionar estos hechos con la hipotética
existencia de la Mano Negra”.
Según C. E. Lida:”La Mano
Negra es uno de esos típicos
ejemplos de grupos minoritarios que discrepaban con la línea oficial establecida
por la Federación Española y no la seguían. Si bien la Mano Negra fue
probablemente aplastada para siempre en 1883, sus ideas básicas no
desaparecieron, sino que continuaron en otras organizaciones andaluzas, tales
como "Los Desheredados', que prosiguieron la lucha, y hacia 1886 el comunismo
anárquico comenzó a ser adoptado oficialmente por algunos periódicos de la clase
obrera”.
En
nuestra opinión, con todas las cautelas, cabe una posible interpretación sobre
este enigma histórico. La Mano
Negrapresentaría similitudes muy parecidas con el famoso “tchorni peredial”
(reparto negro), del filobakunista ruso Plejanov.
Antes de la aparición del marxismo, la actitud de las organizaciones
revolucionarias estaba aquejada por los defectos de la ideología de un
movimiento que -debido a la debilidad numérica del proletariado en un país
esencialmente campesino-, se movía todavía en la imprecisión y en el
confusionismo. El “reparto negro” de Plejanov parecía
unir a la lucha de clases ácrata, un perfil peculiar autónomo y autogestionario.
La semejanza de nombres, de ideología y de acción serían las piezas que faltaran
para encajar en lo que realmente fue un movimiento campesino ácrata, de raíz bakuninista (M.
Ruiz Lagos, Ensayos de la
Revolución. Andalucía en llamas, Madrid, 1977).
La
estela legendaria de La Mano Negra se extiende por Europa. He aquí el folleto
publicado en Francia por la editorial TempsNouveaux sobre
1905.
Estas mismas opiniones, con pequeñas variantes, aparecen mantenidas por M. Nettlan en
sus estudios sobre la I Internacional en España. Resta, pues, señalar, lo que es
sumamente difícil de dilucidar: la verdadera relación de los internacionalistas
ajusticiados con el "Núcleo Popular" de la presunta secreta asociación. Este
sigue siendo el verdadero reto para un correcto conocimiento de La Mano Negra,
más de cien años después de su aparición estelar. *
Andalucía, otoño de 2009
Manuel RUIZ LAGOS
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La versión
primera de este artículo apareció publicada en el diario ABC de Sevilla en
los meses de enero y febrero de 1983, año en que se conmemoraba el
centenario de los sucesos de La Mano Negra. En la ilustración de este
trabajo, en lo posible, se han procurado usar los grabados del jerezano Juan
Comba y García (Vid. Miguel B. Márquez, “Juan Comba y García: cronista
gráfico de La Restauración”, Ámbitos, núm. 15, 2006, pp. 365-404). Es un
orgullo volver a usar el trabajo gráfico del jerezano para aquello mismo que
fue creado. Incorporamos, igualmente, aquellos otros grabados que aún no
datados, procedentes de bancos de datos generales, son testimonios de los
sucesos que se narran.