La crísis de finales del XIX en Jerez a través de la caricatura política y La Mano Negra

Fuente Jerez de Cine

Campana de Gracia , 1882. Leer texto en la hoja de la faca.

CAMPANADEGRACIA1891
Campana de gracia, 1891.

Madrd Cómico, 1892.

Campana de Gracia,1892.

Campana de Gracia, 1906.

Caricatura política, hacia 1882.

El cabecilla, abril de 1883.

MANONEGRAMOSCAROJA17MARZO1883MANONEGRAMOSCAROJA1883
La mosca roja, 17 de marzo 1883.

La voz, 1901.

El motín, abril de 1883.

El motín, 22 de abril 1883.

lanegra
El loro, marzo de 1883.
elloromarzo1883
El loro, marzo de 1883.
Grabado de 1883 en una revista francesa.
Univers Ilustré, 1892. Dibujo de M. A. Gerardin.
Ejecuciones de Jerez: El 10 de febrero de 1892 en la plaza Belén de Jerez (Cádiz, Andalucía, España) son ejecutados con garrote por los verdugos de Madrid, Sevilla y Granada, los anarquistas Manuel Fernández Reina ( Busiqui ), José Fernández Lamela, Manuel Silva Leal ( El Lebrijano ) y Antonio Zarzuela Granja, víctimas de la represión surgida a raíz de la revuelta campesina del mes anterior. El 8 de enero de 1892 estalló, al grito «¡Viva la Revolución social», una insurrección campesina en Jerez, rápidamente sofocada. Los dirigentes de este ensayo de colectivismo agrario en fueron detenidos y torturados.
Le Progres Ilustré
Le Petit Journal
manonegramondeillustré
Le Monde Illustré, 7 de julio de 1883. Dibujo de Samuel Urrabieta Vierge

MANONEGRA1892

La Ilustración española y americana, ilustración de Juan Comba.

manongerajuzgado
Sede de los juzgados.

manonegramundografico
Mundo Gráfico, 13 de febrero 1935. Serie de reportajes. Revista dirigida por José L. Campua. Serie de artículos que publicó Mundo Gráfico sobre el mismo tema. Los días 23, 30 de Enero y 6 de Febrero son los otros.
manonegra7julio1936
7 de julio de 1936.

LA MANO NEGRA: Crímenes y represión sobre el movimiento obrero andaluz




La cuerda de presos acusados de pertenecer a la "Mano Negra" es conducida a la cárcel de Cádiz
Diego Caro Cancela*
Hace ciento veinticinco años, el 14 de junio de 1884, fueron ejecutados a garrote vil, en una plaza de Jerez de la Frontera, siete trabajadores de la comarca acusados de haber cometido unos crímenes en nombre de una sociedad secreta anarquista llamada La Mano Negra. Culminaba así una estrategia de intimidación, miedo y represión por parte del Gobierno monárquico que, aprovechando una serie de asesinatos y unos procesos plagados de irregularidades, buscaba desarticular el pujante movimiento obrero andaluz.
El último tercio del siglo XIX constituyó un periodo decisivo en la historia del movimiento obrero andaluz por tres razones. En primer lugar, porque fue en estos años cuando aparecen las dos grandes corrientes sindicales que liderarán la representación de la mayoría de los trabajadores de la región: la anarcosindicalista de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) —más tarde traspasada al anarcosindicalismo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT)— y la socialista de la Unión General de Trabajadores (UGT) y el PSOE. En segundo lugar, porque en la década que va de 1882 a 1892, tuvieron lugar en Andalucía unos conflictos sociales —los sucesos de La Mano Negra, la masacre de Riotinto de 1888 y el asalto campesino a Jerez—, que no sólo conmocionaron a la opinión pública de las comarcas en los que se produjeron, sino que provocaron importantes repercusiones en la política del Estado y en la trayectoria de las propias organizaciones obreras por las oleadas de represión y solidaridad que levantaron. Finalmente, fue entonces cuando Andalucía se convirtió en el principal bastión del movimiento anarquista español, con una estrategia más radical que la “legalista” que defendían los dirigentes catalanes, marcando con una peculiar seña de identidad la historia social de la Andalucía contemporánea. De todos estos acontecimientos, la cuestión de La Mano Negra es todavía hoy la que sigue teniendo más incógnitas por desvelar.
LOS AÑOS 1881Y1882 ESTUVIERON MARCADOS POR UN CRECIMIENTO DE LAS SOCIEDADES OBRERAS Y UNA TREMENDA CRISIS DE SUBSISTENCIAS
OBREROS ORGANIZADOS. No podemos entender los confusos sucesos de La Mano Negra en la campiña gaditana, de finales de 1882 y principios de 1883, sin ponerlos en relación, en primer lugar, con el importante crecimiento que tiene desde su nacimiento la FTRE, la nueva organización obrera fundada en septiembre de 1881, con una clara vocación de continuidad respecto a la Federación Regional Española (FRE), que había nacido en los años del Sexenio Democrático y que había entrado en una progresiva decadencia desde que fuera declarada ilegal por el Gobierno, tras el golpe de Estado del general Pavía, el 10 de enero de 1874.
En poco tiempo, gracias a las facilidades proporcionadas por el nuevo Gobierno liberal de Sagasta para el asociacionismo, las dos organizaciones comarcales andaluzas —la del Este y la del Oeste— y la catalana se convertían en las más numerosas de la nueva entidad obrera nacional, alcanzando también una notable implantación entre los jornaleros agrícolas de la región. Y cuando más fuerza tenía este proceso de expansión, la FTRE celebraba su segundo congreso en Sevilla, del 24 al 26 de septiembre de 1882. Contaba ya con 663 secciones y 57.934 federados, dos tercios de los cuales —38.349— eran andaluces. Fue el congreso obrero español más importante del siglo XIX por el número de delegados presentes y de sociedades y federados representados.
El Congreso de Sevilla decidió mantener la línea de conducta cauta y posibilista aprobada el año anterior en la reunión fundacional de Barcelona, con una organización pública estructurada en secciones de oficios, actuando dentro de “los medios legales que hoy se nos permitan”, rechazándose, en este sentido, una propuesta de los partidarios de la anterior comarcal de Andalucía del Oeste, que en un dictamen alternativo, defendía el mantenimiento de una organización pública y otra secret para proseguir con las represalias, a través de robos, incendios y otros actos de protesta. También se acordó -en esta línea moderada- restringir el recurso a las huelgas consideradas “armas de doble filo” y fomentar la propaganda por encima de otros objetivos inmediatos.
Gracias a esta estrategia “pragmática” la nueva situación de legalidad de la que disfrutaba, la FTRE siguió incrementando sus efectivos, llegándose a crear una tercera organización comarcal -la de la Andalucía del Sur-, al lado de las dos que ya existían (la del Este y la del Oeste), formada por la mitad occidental de la provincia de Málaga, los cuatro partidos judiciales más orientales de la provincia de Cádiz, más los de Osuna y Estepa, de Sevilla.
Era evidente que ni las clases propietarias ni el propio Gobierno iban a permanecer impasibles ante la pujanza de una organización obrera que cada día que pasaba mostraba una mayor fortaleza, como se demostraría en los distintos conflictos sociales que se fueron planteando. Una inquietud que se acentuaría con la grave crisis de subsistencia que padece casi toda Andalucía a lo largo del año 1882. Culminaba así una sucesión de catastróficas cosechas de cereales y leguminosas que había arrancado en 1879. Una sequía absoluta, que abrió y cerró el año agrícola de 1881-1882, tuvo como consecuencia un fortísimo incremento del desempleo agrario.
APARECE EL HAMBRE. En el calamitoso invierno de 1882, las calles de las principales poblaciones andaluzas se vieron invadidas por decenas de familias jornaleras, dedicadas a pedir limosna o trabajo en las puertas de los Ayuntamientos. Pero si en algunos lugares las manifestaciones de estos necesitados apenas si crearon problemas a las autoridades por su talante pacífico, en la campiña próxima a Jerez -donde la crisis había llegado antes- las protestas muy pronto adoptaron un cariz diferente, más anónimo y crispado. Ya en los primeros meses de 1882 se habían producido incidentes en localidades como Arcos y Trebujena, cuando los jornaleros irrumpieron en sus ayuntamientos, exigiendo pan y trabajo con ademanes amenazadores , y entre julio y agosto abundaron los asaltos en cuadrillas a distintas fincas rurales, para robar todo tipo de víveres (sacos de harina, garbanzos, huevos, gallinas, ovejas o cerdos).
La situación empeoró con la llegada del otoño, cuando los robos de pan se hicieron generales en las calles de Jerez y Sanlúcar de Barrameda, con caracteres que las autoridades empezaron a considerar que no eran espontáneos . Lo ocurrido en Jerez el 2 de noviembre marcó un punto de inflexión en la situación. El día se inició con cerca de un millar de jornaleros manifestándose de forma tumultuosa ante las puertas de las Casas Consistoriales, reclamando a los regidores trabajo para todos y no para la mitad de los parados como se les ofrecía. La falta de acuerdo hizo que la concentración se disolviera, formándose varios grupos que se dedicaron a asaltar todas las tahonas y los establecimientos de alimentación que encontraron a su paso.
La respuesta gubernamental fue inmediata. Varias decenas de trabajadores fueron detenidos como supuestos partícipes y colaboradores en los asaltos, al mismo tiempo se decidió incrementar las fuerzas policiales y militares, que ya desde el verano venían patrullando por la campiña. El 21 de noviembre llegó a la ciudad el capitán Oliver, con 90 guardias civiles, comenzando de inmediato sus pesquisas y detenciones selectivas, mientras que la prensa conservadora y la burguesía agraria de la comarca se encargaban de agitar a la opinión pública, con noticias sobre los anarquistas franceses de la Banda Negra, el proceso que los juzgó y descripciones alarmistas de estos incidentes.
Era evidente que se querían aprovechar estos disturbios y las acciones de los grupos internacionalistas clandestinos para emprender una verdadera ofensiva contra el pujante movimiento obrero organizado, articulado alrededor de la FTRE, a pesar del triunfo de las tesis moderadas del Congreso de Sevilla. La excusa fueron cuatro crímenes descubiertos entre finales de 1882 y el mes de abril de 1883, en los alrededores de Jerez, que muy pronto las autoridades y la prensa más conservadora atribuyeron a una organización secreta anarquista conocida con el nombre de La Mano Negra, iniciándose una rápida oleada de detenciones en todos los pueblos de la comarca, que en poco tiempo llevaría a las cárceles de Jerez y Cádiz a varios centenares de presos.
LOS PRESUNTOS CRÍMENES. El primero de los llamados crímenes de La Mano Negra se produjo en la madrugada del 4 de diciembre de 1882, cuando murieron asesinados Juan Núñez Chacón, propietario de una pequeña venta situada en el camino de Jerez a Trebujena y su esposa, María Labrador. Los asesinos, al parecer, fueron seis, uno de los cuales murió de un disparo hecho por el ventero. Al día siguiente, la Guardia Civil detenía en una viña próxima a los demás. Mientras, entre la opinión pública se extendió el rumor de que lo sucedido se debía a una venganza practicada por los miembros de una sociedad clandestina, debido a la condición de confidente que tenía el asesinado, al servicio de la Guardia Civil y de la Guardia Rural, a las que presuntamente informaba de las conversaciones que escuchaba en su establecimiento de los trabajadores asociados que por allí pasaban.
EL GOBIERNO APROVECHÓ LA EXISTENCIA DE VARIOS CRÍMENES EN LA CAMPIÑA PARA DESATAR UNA DURA PERSECUCIÓN CONTRA LAS SOCIEDADES ANARQUISTAS
Meses antes, el 13 de agosto de 1882 se había producido otro crimen, el del guardia rural Fernando Olivera Montero, vecino de Arcos. Aunque en un principio se dijo que se había debido a un disparo accidental de la escopeta que portaba, meses más tarde, una denuncia anónima lo atribuyó a la paliza que le habían dado dos miembros de La Mano Negra del mismo pueblo, por haberse negado a entrar en la sociedad y por no haber respetado la confidencialidad de las informaciones que le proporcionaron sobre la misma.
El tercer caso fue el más conocido porque dio lugar al proceso más espectacular, por el
número de inculpados y las sentencias dictadas, con siete condenas a muerte, ocho de prisión y una absolución. Se trató del asesinato de Bartolomé Cago Campos, conocido como el “Blanco de Benaocaz”, en una fecha imprecisa de finales de noviembre y principios de diciembre de 1882, en el llamado cortijo o pago de La Parrilla, situado en la entonces pedanía jerezana de San José del Valle. Una muerte de causas confusas, entre las que se citaron el impago de una deuda, la consideración de delator de Gago, incluso una posible venganza familiar por las relaciones que la víctima mantuvo con una joven pariente de los hermanos Francisco y Pedro Corbacho, que aparecían entre los acusados, ninguno de los cuales reconoció nunca pertenecer a una sociedad secreta, aunque sí a una asociación de trabajadores vinculada a la FTRE.
Finalmente, más confuso si cabe fue el considerado cuarto crimen de La Mano Negra , el llamado de “la posada de Cuatro Caminos” o “de la venta del Empalme”, situada en el camino a Rota: el asesinato, el dos de abril de 1883, del ventero Antonio Vázquez, por cuatro hombres que serían detenidos poco después, cuando trabajaban en una viña, en las afueras de El Puerto de Santa María. El móvil pareció desde un principio que fue el robo de género, pero los apresados no tardaron en ser acusados también de pertenecer a la sociedad secreta.
LOS PROCESOS. Los llamados procesos de La Mano Negra se fueron celebrando a lo largo de 1883 -el primero a finales de mayo- y se saldaron con altas penas de cárcel para varios de los acusados y doce condenas a muerte. Recurridas las sentencias ante el Supremo por los abogados defensores, sorprendentemente este alto tribunal-con las mismas pruebas- elevó a 15 las condenas a muerte, el 5 de abril de 1884. Finalmente, el Gobierno terminó indultando a varios y siete de los condenados fueron ejecutados públicamente en una plaza de Jerez, el 14 de junio de 1884.
La existencia o no de La Mano Negra como sociedad secreta responsable de estos crímenes ya en su momento fue motivo de una larga polémica, tanto por la confusión con la que se produjeron las numerosas detenciones, como por las numerosas irregularidades que se dieron en los procesos. Las únicas pruebas que en su día presentaron las autoridades fueron, por un lado, el “sensacional” descubrimiento en el campo por la Guardia Civil de los estatutos de la sociedad, bajo el título de Reglamento de la Sociedad de Pobres contra sus ladrones y verdugos y, por otro, la militancia que tenían en la Internacional varios de los presuntos implicados en uno de los crímenes. En contra, desde un primer momento destacadas personalidades de la época y los medios libertarios denunciaron el tema de La Mano Negra como un auténtico montaje policial, con la intención de desprestigiar y desarticular al movimiento obrero de la comarca. El desmentido de la propia dirección de la FTRE, hecho en marzo de 1883, no pudo ser más contundente:
“Conste una vez más que nuestra Federación nunca ha sido partidaria del robo, el incendio, el secuestro, ni el asesinato y sépase también que no hemos sostenido, ni sostenemos relaciones con La ManoNegra, ni con ninguna asociación secreta que tenga por objeto la perpetración de delitos comunes. Quien roba siempre será un ladrón; quien secuestra, un secuestrador; y quien mata, un asesino, lo mismo en la sociedad presente que en la del futuro. En el seno de esta Federación Regional de Trabajadores Españoles no caben, ni existen ladrones, secuestradores, ni asesinos”.
LOS LLAMADOS PROCESOS DE LA MANO NEGRA ESTUVIERON PLAGADOS DE IRREGULARIDADES, DECLARACIONES FORZADAS Y PRUEBAS CONFUSAS
Y un coetáneo de los sucesos, el periodista y cronista jerezano Manuel Cancela tampoco tenía dudas sobre el particular en la Guía de Jerez que publicaba al año siguiente, en 1884 cuando escribía: “La Mano Negra propiamente dicha es un aborto de la imaginación: así debe consignarlo la historia, agena (sic) a la pasión y pasando por encima de toda clase de preocupaciones (…). Los crímenes que en ese año se vieron en la Audiencia de lo criminal de Jerez son reales y positivos; pero no de nueva clase (…). Era un drama realista que necesitaba título, y se le buscó terrible, significativo, sonoro, teatral: La Mano Negra”. Una opinión que también compartía otro personaje de la época, el veterano republicano federal Ramón de Cala, según lo que escribía este mismo año en su libro El problema de la miseria resuelto por la harmonía (sic) de los intereses humanos. Este destacado político jerezano también tenía una clara opinión sobre el particular: “yo, que conozco a Jerez como se conoce a la cuna donde nos hemos mecido, y a los lugares y personas donde y con quienes nos hemos criado, yo, después de haber visto y estudiado los hechos, declaro por mi honra y con toda sinceridad, que La Mano Negra es un mito, que no ha existido, ni existe, y que es una invención desdichada del interés y del pánico, que vive sólo en la fantasía”.
LAS INTERPRETACIONES. Esta última es la tesis que -con diferentes matices- han defendido los historiadores que han investigado con más profundidad esta “embrollada” historia. Clara E. Lida, por ejemplo, sostiene la hipótesis de que La Mano Negra fue una organización de resistencia creada por los militantes anarquistas durante la época de clandestinidad (1874-1881), de la que el Gobierno ya tenía pruebas, sacándolas ahora, en 1883, para atacar y desprestigiar a la FTRE, responsabilizándola de unas muertes con las que nada tenía que ver.
Glen Waggoner, por el contrario, cree que no hay ninguna prueba que permita afirmar la existencia de La Mano Negra como organización y mucho menos de su autoría en los crímenes que se le imputaron.
Más recientemente, Demetrio Castro tuvo el acierto de situar estos confusos sucesos en el contexto de la gran crisis de subsistencias que afectó a toda Andalucía a lo largo de 1882 y llamó la atención sobre varios aspectos . En primer lugar, sobre el hallazgo de una copia del reglamento de la sociedad secreta en el archivo de la propia Secretaría del Rey, lo que, a su juicio, parece descartar una falsificación del mismo. En segundo lugar, que en este reglamento se habla de un “Tribunal Popular” y no se menciona para nada a La Mano Negra, aunque la organización que describe y el léxico que se emplea tiene claras similitudes con el lenguaje y las prácticas de la FTRE en la clandestinidad y, finalmente, hace notar que las actuaciones jurídicas que se siguieron contra los encartados en los procesos fueron “deliberadamente confusas”, pretendiendo identificar y relacionar de forma reiterada y burda criminalidad común, Mano Negra e Internacional. En definitiva, es posible que los autores de los crímenes fueran miembros de una federación local de la FTRE, pero no necesariamente miembros de una sociedad llamada La Mano Negra, que entraría ahora en escena, traída de forma interesada por las propias autoridades.
Jacques Maurice ha destacado el carácter de represión preventiva que tuvieron estos procesos, en los que el fiscal siguió al dictado las intenciones vengativas de los más cualificados representantes de la gran burguesía agraria andaluza y, por último, Antonio López Estudillo defiende la tesis de que los acusados de pertenecer a La Mano Negra eran los mismos que se estaban escindiendo de la FTRE en discrepancia con sus tácticas, organizando la sociedad clandestina “Los Desheredados”. Sería, por tanto, la práctica de las represalias por éstos lo que le dio al Gobierno legitimidad para reprimir a todo el sindicalismo agrario. Una persecución policial que se vio también favorecida por la confusa superposición de organizaciones secretas y semipúblicas, con militancia en las dos de los “clandestinistas” y las delaciones entre los miembros de una y otra tendencia ante la coacción y la tortura policial.
LAS CONSECUENCIAS. En definitiva, los procesos de La Mano Negra sólo fueron el aspecto más llamativo de una ambiciosa operación destinada a desarticular a la pujante FTRE en Andalucía e imponer un orden social, que había quedado deteriorado a lo largo de 1882. La ocupación de la comarca por las fuerza militares y policiales, las cientos de detenciones, la exhibición de cuerdas de presos, las palizas y las amenazas generalizadas sirvieron para crear una atmósfera de intimidación y miedo que tuvo como primera consecuencia la autodisolución de muchas federaciones obreras y el lento declive de otras, paralizando las acciones de un movimiento obrero que quedaría seriamente afectado por la represión.
Esta persecución gubernamental hizo que las tensiones entre “clandestinistas y legalistas” volvieran a resurgir en el tercer congreso que la FTRE celebra en Valencia, a principios de octubre de 1883, en un nuevo contexto político , marcado por la vuelta de los conservadores de Cánovas del Castillo al Gobierno, un año después. En poco tiempo, en este ambiente marcadamente represivo contra las organizaciones obreras, el Tribunal Supremo declaraba fuera de la ley a la FTRE, al considerarla una asociación contraria a la moral pública, dando argumentos a los partidarios de “clandestinismo”, que seguían vinculados al grupo de “Los Desheredados”. En franca decadencia pues, la dirección de la FTRE perdió toda iniciativa en las distintas discusiones sindicales e ideológicas abiertas en aquellos momentos , especialmente en los debates que enfrentaban a anarcocolectivistas y anarco-comunistas, aglutinados estos últimos alrededor de la figura de Fermín Salvochea y su periódico El Socialismo, publicado en Cádiz en 1886.
La disolución formal de la FTRE llegó a finales de septiembre de 1888, cuando se acordó su transformación en una nueva entidad, llamada ahora Organización Anarquista de la Región Española. En Andalucía, este fracaso de la FTRE tuvo como consecuencia más inmediata el repliegue de los anarquistas a los llamados “grupos de afinidad”, con el objetivo de evitar la persecución policial y lo que venía siendo una imparable desorganización de las sociedades obreras y campesinas por toda la región. Era evidente que si el Gobierno, con la deliberadamente confusa trama de La Mano Negra, había querido anular el evidente resurgir del movimiento obrero que arrancó desde principios de 1881, el objetivo fue conseguido plenamente.
Leopoldo Alas Clarín en Andalucía
• El hambre en Andalucía, de Clarín, es el conjunto de una serie de 21 artículos publicados en el periódico madrileño El Día, desde el 31 de diciembre de 1882 hasta el 21 de julio de 1883, mientras visitaba varias provincias andaluzas y Jerez de la Frontera, cuando los sucesos de La Mano Negra estaban en su momento más álgido.
El 13 de enero de 1883, llegaba a Jerez y remitía al periódico la siguiente crónica:
“Interrumpo la ordenada serie de mis cartas en que voy tratando por sus pasos contados de la crisis económica de Andalucía, según el método que me he propuesto, para hablar hoy nada más que de las impresiones recibidas al llegar a esta ciudad, cuyo estudio, desde el punto de vista que nos importa, es de los más interesantes que pueden hacerse en Andalucía, porque, en compendio, se ve aquí planteada la cuestión difícilísima que debiera preocupar al Gobierno (…). En Córdoba, en Sevilla, en Cádiz me han dicho cuantas personas he consultado, que en ninguna parte como en Jerez podía verse todo el valor de la actual crisis; y, en efecto, llego y veo y oigo lo mismo que se me había anunciado. Más vale llegar a tiempo… Hoy mismo ha sido asaltada una panadería en esta ciudad, y la autoridad está alarmada, y con motivo. Están en Jerez, y han conferenciado en casa del señor alcalde, el capitán general del distrito y el comandante general de Cádiz. Estos señores no han venido a Jerez con motivo del atropello de que hablo arriba; éste ocurrió hoy a las cuatro de la tarde, y cuando yo he tenido noticia de tal asunto, lo ignoraban las autoridades militares de que trato. Han venido, porque los sucesos de Arcos y otros puntos han alarmado la opinión, y en general, el estado de los ánimos en esta ciudad no inspira gran tranquilidad, porque subsiste la tirantez de relaciones entre obreros y capitalistas”.
En GonzálezTroyano, Alberto (editor):
Andalucía: cinco miradas críticas y una divagación.
Fundación Lara, Sevilla, 2003.
Los supuestos estatutos de La Mano Negra
• “Habiendo sido la Asociación Internacional de los Trabajadores puesta fuera de la ley por los gobiernos burgueses, imposibilitándola por este motivo para resolver pacíficamente la cuestión social, y de cuya resolución no puede prescindir, ha tenido que convertirse en organización revolucionaria secreta, para llevar a cabo la revolución social violenta; pero como para llegar a este último tiene que pasar algunos años, y la burguesía no para de cometer crímenes contra la clase trabajadora, cuyos crímenes es menester castigar ante que llegue la revolución social; y considerando que todos los federados no son a propósito para llevar a cabo estos castigos de un modo conveniente, por estas razones se forma un núcleo denominado Tribunal Popular, cuyo tribunal será el encargado de sentenciar y castigar los crímenes de la burguesía. Este tribunal se regirá por los siguientes estatutos: Artículo 1°. Se forma un Núcleo de diez individuos que pertenezcan a la asociación internacional de los trabajadores y se juzguen capaces para este objeto.
Artículo 2a. Castigará los crímenes de los burgueses y sus dependientes por todos los medios que sean posibles, bien sea por el fuego, el hierro, el veneno, o de otro modo”. (…)
En Lida, Clara E.: La Mano Negra. Anarquismo agrario en Andalucía. ZYX. Madrid, 1972.
* Universidad de Cádiz
Fuente: Andalucía en la Historia nº25

LA MANO NEGRA - Manuel Ruiz Lagos


 
 





El autor de este artículo es Manuel Ruiz Lagos, quien avala -por su dedicación y especialización en temas jerezanos y andaluces- la correcta y rigurosa situación de este fenómeno histórico.

El profesor Ruiz Lagos, jerezano, es Doctor en Filología Románica. Hasta su jubilación, ha sido Catedrático de Literatura Española y profesor de Sociología Literaria de Andalucía en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla. Especialista en estudios andaluces de la época moderna y contemporánea, destacan de su bibliografía los siguientes trabajos: "Ilustrados y reformadores en la Baja Andalucía", "Política y desarrollo social en la Baja Andalucía", "Ensayos de la Revolución. Andalucía en llamas", "País Andaluz", "El andalucismo militante, "Ramón de Cala", "Retrato de Juan Goytisolo", "Moriscos: De los romances del gozo al exilio" y "Contra moriscos: El sumario Bleda". Es premio "Andalucía" de periodismo del Ateneo de Málaga y del Colegio de Licenciados y Doctores de Jaén, así como del diario ABC de Sevilla.
 
Contenido
  • Apuntes para una reflexión
  • Causa y origen de la organización
  • Una “sociedad” de pobres
  • Antecedentes de la organización
  • El Blanco de Benaocaz
  • Creación del Tribunal Popular
  • Ausencia de clase media
  • Una interpretación bakuninista

Apuntes para una reflexión
 
Si una fecha es importante en la historia contemporánea de Andalucía y, particularmente, de Jerez, ésta es, sin duda, la de 1883. A la luz de los tiempos, en la perspectiva de más de ciento veinte y cinco años, aparecen en ella ante nosotros sucesos reveladores, datos de primera magnitud que podrían explicar nuestras tradicionales y difíciles circunstancias sociales, culturales y políticas, hasta el punto de constituir su meditación un punto de partida esclarecedor para el correcto análisis del momento presente.

El año 1883 es emblemático en nuestra pródiga y rica crónica. No será casual que, junto al recuerdo del andalucismo histórico, nacido también –entonces- por la discusión y redacción de la Constitución Federal de Antequera, haya otros acontecimientos que detecten la evolución social y política de nuestro país. Mientras políticos federalistas se afanaban por encontrar respuestas apropiadas al magma andaluz, el río interior de lava ardiente, el ensayo de la revolución, se desbordaba con los famosos sucesos conocidos bajo el epígrafe de La Mano Negra, ocurridos en Jerez y comarca en la primavera del referido 1883.
 
 
Retratos de los ajusticiados en Jerez, acusados de formar parte del núcleo directivo de La Mano Negra, según fueron publicados en la “Revista Semanal Ilustrada” de Madrid, número 87, del domingo 29 de junio de 1884.

No sería ninguna equivocación pensar que el proyecto político federal para Andalucía nacía como respuesta a una dura conflictividad obrera, cuyo testigo señalado se evidencia en la implantación de la Internacional, debatida en estos años en este espacio territorial entre las corrientes marxistas y bakuninistas. De forma paralela a esta circunstancia del obrerismo, aparecen los trágicos sucesos de La Mano Negra, cuyo origen, fin, contexto y proyección siguen siendo hoy -después de haberse convertidos en leyenda - casi enigmas.

Será, pues, éste un artículo que trate de situar con todo rigor la problemática de los hechos, apoyándose en la documentación histórica y en las interpretaciones que distinguidos especialistas han tratado de dar a tan oscuro capítulo de los movimientos sociales andaluces, sin pretender llegar a conclusiones definitivas sino provocar una inquietud y reflexión personal sobre los mismos.
 
Causa y origen de la organización ^
 
Cuando Andalucía se debatía por superar los mínimos estadios de su desarrollo, cuando su estructura socio-económica permanecía limitada en una demarcación exclusivamente agraria, el nombre de La Mano Negra era la advocación que las madres usaban para asustar a sus hijos.
 
 
Venta de Nuñez en la que se situaban sucesos luctuosos de La Mano Negra ("Ilustración Española y Americana" 1883).
 
Todavía, hoy, en el sustrato mental del andaluz medio, se cruzan los dedos agoreros para espantar ese mal sin remedio y catastrófico que se encubre bajo el fantasma de tal denominación. Ahora, al siglo largo de su aparición (1883- 2009), nos volvemos a preguntar dubitativamente: ¿Existió realmente esta asociación cuyos móviles parecían ser el robo y el crimen?, o ¿acaso fueron aquellos tristes sucesos causales circunstancias que terminaron incidiendo en agrupaciones obreras ajenas a los mismos?

Del relato de los hechos que se exponen y, aun, recurriendo a los fondos documentales a nuestro alcance de la forma más exhaustiva, se podrá poner en entredicho el origen de dicha organización, incluso su posible existencia, pero lo que sí queda ampliamente demostrado, como punto de partida, es la adversa situaron de abandono en que se encontraban las clases populares, dependientes de un sistema secular de orden económico injusto y proclive, por tanto, a derivar en reacciones de contestación social.
 
 
Grabado publicado en el rotativo "Le Monde Illustré" 1883. Dibujo de M. Urrabieta y grabado de Langeval. Inserta el siguiente comentario: Suplicio aplicado por los afiliados de la Mano Negra a los delatores. Cuerpo encontrado por la Guardia Civil camino de Arcos.
 
El caso de La Mano Negra constituye un grave episodio, un flash fotográfíco, de una situación penosamente sostenida. Una típica “alteración” andaluza que, como el magma de un volcán, emerge inesperadamente por las fisuras sociales y arrasa todo lo que obstruye su paso.
 
 
El Tribunal de Orden Público declara presos preventivos a asociados obreros.“La Ilustración Española y Americana”, 1883. Foto Montenegro.
 
Los desdichados sucesos atribuidos a esta secreta organización ocurrieron en un ambiente deprimido vital, física y culturalmente. El propio Blas Infante, pocos años después de los hechos, dejó descrita con mano maestra la triste circunstancia de depauperación y agravio: “Yo tengo clavada en mi conciencia -desde mi infancia- la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales. He presenciado cómo son repartidos entre los vecinos acomodados, para que éstos les otorguen una limosna de trabajo tan sólo por fueros de caridad. Los he contemplado en los cortijos desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; les he visto dormir hacinados en las sucias gañanías, comer el negro pan de los esclavos, esponjado en el gazpacho maloliente y servido -como a manadas de siervos-en el dornillo común. Y, después, he sentido vergüenza al leer en escritores extranjeros que el escándalo de su existencia ha traspasado las fronteras, para vergüenza de España y de Andalucía”.

Discutidos o no, los sucesos de La Mano Negra serán, en gran medida, fruto de la incultura, de la insolidaridad y de la depauperación.

En cualquier caso, la meditación sobre estos hechos lejanos que hace más de un siglo conmovieron a la opinión pública debiera ser tenida, a la luz de la historia, como punto de reflexión. Calibrar estos hechos es una grave responsabilidad que a todos nos cumple para contribuir a superar desdichadas situaciones endémicas que impidieron a esta tierra nuestra abandonar definitivamente los estrechos límites de la pobreza.
 
Una “sociedad” de pobres ^
 
 
Internos imputados de colaborar en las acciones subversivas anarquistas, “La Ilustración Española y Americana” 1883, sobre fotografía de Rocafull.
 
Los sucesos que se engloban bajo la denominación de procesos de La Mano Negra se centran sobre varios casos vistos en la Audiencia de Jerez y Juzgados del Puerto de Santa María y Arcos. Los hechos afectan a las ciudades de Algar, Bornos, Espera, Prado del Rey, Jerez, Villamartín y Arcos. Una extensa zona que se señala como la campiña de Jerez y que presta a los asesinatos perpetrados unas características muy especiales, ya que no tienen punto de comparación con las agitaciones del bandolerismo y se significan más como auténticas tragedias rurales. Son hechos realizados de una forma brutal que presentaron a la presunta organización como instrumento terrorífico envuelto en un espeso velo de sangre.

Un narrador contemporáneo -Manuel Cubas- describe así el ambiente de las poblaciones afectadas: “Durante la primavera y estío de 1883, las ciudades han presentado un aspecto triste; cuerdas de presos que entran y salen de la cárcel; el estado de los ánimos, las nuevas prisiones a cada momento, el temor, el recelo, todo él comunicaba una fisonomía especial. Parecían ciudades atacadas por una terrible epidemia o donde se hacen los preparativos para una guerra, y todo contrastaba con el aspecto risueño de sus hermosas campiñas, que desde el centro de la población se domina por completo”.
 
 
Palacio de Justicia de Jerez ("Ilustración Española y Americana" 1883).
 
Parece ser que en un proceso incoado en la Audiencia de Jerez, en agosto de 1878, se tenían ya noticias de la existencia de unaAsociación que, bajo el título de "Sociedad de pobres contra sus ladrones y verdugos”, actuaba ejerciendo auténtico terror. Parte de estos documentos fueron custodiados por el juez Don Mariano del Pozo y -posteriormente- se recurrió a ellos en la búsqueda de antecedentes que esclareciesen los hechos de 1883.

El primer caso -presuntamente relacionado con esta Asociación- fue el de Fernando Olivera Montero, fallecido en Arcos, “de resultas de un golpe que él mismo se había dado con la culata de una escopeta, según se decía". La indagatoria del proceso cita a una serie de testigos para aclarar la verdad de los hechos. La esposa del asesinado, María Josefa Navarro, acusa a Cristóbal Duran Gil de amenazar a su marido y expresa que la intención del presunto homicida fue coaccionar a su esposo para que “se apuntara a la Internacional".

Ante la implicación política suscitada, Durán se reconoce, en principio, miembro de dicha sociedad política, pero aclarando que: “no ha conocido sociedad alguna que tenga por objeto matar, ni robar, ni para ello -dice- tengo yo principios. Yo sólo sé de una sociedad de socorros para la familia, y no para matar."

A partir de este momento se suscita la pregunta histórica: ¿Se actuaba contra un posible “orden internacionalista”, achacándole hechos de una Mano Negra inexistente o creada para ejercer la represión del movimiento obrero?
 
 
La cuerda de presos sale de la antigua cárcel de Jerez ("Ilustración Española y Americana" 1883, por J. Comba, de fotografía de Montenegro).
 
El abogado defensor de Durán -José Velarde- parece aludir a ello cuando se refiere a su defendido: "El mismo se contempla fuerte, robusto y apto para soportar las fatigas del trabajo, que por desgracia no encuentra. Pero -entonces- recuerda que haysociedades con fines lícitos, según le han hecho creer, que sólo tienden a aumentar la producción regulando el capital y el trabajo, y para remediar su miseria se decide a ingresar en ella”.

Finalizado el proceso, los inculpados fueron condenados a cadena perpetua. Otro de los abogados defensores, Francisco Camacho, no estuvo conforme con las conclusiones del fiscal, por razones graves y profundas que afloran a lo largo del proceso: “Tampoco –dice- hay términos hábiles para asegurar que la sociedad a que se creen afiliados los procesados sea la que se conoce con el nombre de Mano Negra o a la Internacional (AIT), ni que las lesiones producidas por los acusados fueran de tal gravedad que originaran la muerte de Olivera”.

Es evidente que el abogado supo separar los notables matices y diferencias que —sin duda— existían entre la Internacional y la hipotética Mano Negra, caballo de Troya de la situación.
 
Antecedentes de la organización ^
 
 
Francisco Corbacho (izquierda), acusado de presidir el Tribunal Popular y de proponer la muerte de “El Blanco de Benaocaz”. Pedro Corbacho (derecha), acusado de los mismos delitos. Fotos tomadas en 1883 por el gabinete fotográfico de G. A. Montenegro, sito en la calle Larga número 15 de Jerez.
 
La prensa enjuiciaba así los hechos y sus causas: “En los comienzos del año 1883 crecía por momentos el interés de las noticias que toda la prensa publicaba sobre la vasta asociación internacionalista de Jerez. Los hechos que se referían revelaban gran perturbación moral, producto de varias causas de índole diversa. El malestar que por efecto de la pérdida de las cosechas aquejaba a aquellas regiones, el espectáculo del caciquismo avasallador y sin freno que todo lo corrompía y destruía y otras mil causas, entre las que deben contarse los desengaños políticos durante la época que engendró la Revolución de Septiembre, llevaban a los obreros a buscar el remedio de sus males en el seno de asociaciones tenebrosas que hacían del crimen su principal instrumento y su única virtud”.

El ambiente que rodeaba a los procesos no podía ser más negativo. Las viñas eran destrozadas por la noche. Los plantes de braceros se habían convertido en algo cotidiano. “A pesar del buen estado del campo - escribe Cubas- las viñas adelantaban poco porque los propietarios no podían dar todas las labores que necesitaban a causa de las crecidas exigencias de los jornaleros. Todos los braceros hablaban con la mayor naturalidad de la Junta, como ellos llamaban a la sociedad a la que pertenecían y confiaban mucho en su triunfo”.

Los datos aproximados, ya que los sumarios son problemáticos, arrojan la siguiente estadística de Asociaciones Obreras Andaluzas integradas en la Internacional. En la Alta Andalucía, 69 federaciones locales, 179 secciones de oficios y un total de 19.181 obreros federados. En la Baja Andalucía 61 federaciones locales, 180 secciones de oficios y aproximadamente 19.168 obreros federados.

Concretamente, en la campiña jerezana se anotan los siguientes obreros internacionalistas: canteros 22, jornaleros 150, viñadores 700, toneleros 120.

A causa de los sucesos que estamos relatando, se citan cuatrocientas causas incoadas ante el juez de Orden Público, 234 personas sometidas a jurisdicción especial acusadas de socialistas, así como 40 personas ingresadas en la cárcel de Jerez sin proceso abierto.
 
 
Tomás Pérez de Monforte, Comandante-Primer Jefe de la Guardia Rural de Jerez ("Ilustración Española y Americana" 1883", por Carretero, sobre probable dibujo de Badillo).
 
Los comentarios no se daban punto de reposo y por todas partes rebosaban noticias, detalles y hasta se afirmaban antecedentes de la situación. Las personas que ya llevaban muchos años de residencia en Jerez recordaban como orígenes de la cuestión sucesos lejanos, ya dados completamente al olvido.

Entre otros recuerdos que se desenterraron fue uno de ellos el que en 1855, cerca de treinta años antes, se descubrieron por la Guardia Civil asociaciones masónicas y carbonarias con tendencias análogas a las de la Mano Negra. Un tal don José Astudillo, de mucha celebridad, fue conducido a Sevilla con otros muchos prisioneros. Más tarde, después de las sublevaciones de Arahal, se descubrió en dicha villa una denominada “Sociedad Filo-Comunista” y varios individuos de ella fueron fusilados. Antes del año 1868 volvieron a reproducirse los sucesos que -periódicamente- desde la aplicación de las antiguas leyes agrarias se venían presentando, si bien -ahora- la organización obrera parecía más fuerte y poderosa.

Por las listas que obraban en poder de las autoridades, constaba que apenas había un bracero que no perteneciese a una asociación obrerista, para el sostenimiento de la cual pagaban religiosamente una cuota mensual de tres reales, siendo socorridos en caso de enfermedad o carencia de trabajo. Había mujeres afiliadas que eran designadas con el nombre de “compañeras” para misiones especiales. Estos u otros datos eran recogidos exhaustivamente por los reporteros del momento.

Tan populares eran las “asociaciones” que -incluso- aparecieron en las manifestaciones folklóricas de la tierra:
Todas las niñas bonitas
Tiene en casa un letrero
Con letras de oro que dicen
Por un asociado muero.

Le pregunté a mi morena
Que por qué me despreciaba
Y me contestó serena
Que en la “asociación” entrara.
 
Cádiz. Fachada de la cárcel provincial que sirve de prisión a los presuntos afiliados de La Mano Negra ("La Ilustración Española y Americana", 1883. Dibujo de J. Comba, según fotografía de Rocafull. Grabado por Rico).
 
El Blanco de Benaocaz ^
 
Sin duda alguna, el caso que conmovió a la opinión pública y el que ofrece una mayor acritud obrerista fue el seguido a los hermanos Corbacho, por el presunto asesinato político de Bartolomé Gago Campos, también conocido como “El Blanco deBenaocaz”. El número de las personas implicadas y sus declaraciones dejan claras sus adscripciones a la Asociación de Trabajadores pero, también, dejan patente que el móvil del asesinato de "El Blanco” no fue más que la casuística que desencadenó el descubrimiento de raíces políticas nada implicadas en los hechos.
 
 
 
José Oliver y Vidal, Capitán de la Guardia Civil, en el caso de La Mano Negra ("Ilustración Española y Americana" 1883, sobre probable dibujo de Badillo).
 
Las personas juzgadas son todos braceros, jornaleros o pequeños agricultores dependientes: José León Ortega, Salvador Moreno Piñero, Gregorio Sánchez Novoa, Antonio Valero Hermoso, Juan Ruiz Ruiz, Manuel Gago de los Santos, Cristóbal Fernández Torrejón, Gonzalo Benítez Álvarez, Rafael Jiménez Becerra, Bartolomé Gago de los Santos, Cayetano Cruz, Agustín Martínez Sáez, Juan Cabezas Franco, Francisco Corbacho, Pedro Corbacho, Roque Vázquez García y José Fernández Barrios. Los incursos en esta larga nómina -según los autos- tienen instrucción, saben leer y escribir y carecen de antecedentes penales. Este dato es muy importante en una zona donde el analfabetismo ha sido endémico.

El móvil de la detención parte del descubrimiento del cadáver de Bartolomé Gago Campos, conocido como "El Blanco deBenaocaz", asesinado y sepultado en el lugar llamado "El Algarrobillo", del término de Jerez.

De las indagaciones y careos dedujo el Tribunal. en su sentencia, que "dicho asesinato promovía la causa del delito en la existencia de una Asociación que dicen proponerse el mutuo auxilio de los trabajadores, en la que los socios se conocen por números y existe un centro denominado comisión organizadora, al que conceden la facultad para dictar "decretos de muerte" contra los asociados; decretos que, llevando el sello de la organización y la firma del presidente, deben ser ejecutados inevitablemente por socios, aunque la muerte afecte a sus propios padres, so pena, en caso contrario, de sufrir el mismo castigo" (Sentencia del proceso de los hermanos Corbacho. Autos. Madrid. 1883).

Sin tener pruebas fehacientes aunque sí indicios y contradicciones de los procesados, se achaca desde el primer momento al móvil político la causa de la muerte de Gago Campos, y se declaran como componentes de la “Gestora de la Junta” a Francisco Corbacho, Pedro Corbacho, Juan Ruiz Ruiz y Roque Vázquez García.
 
 
Simulación de época del asesinato de El Blanco de Benaocaz (Revista Semanal Ilustrada, 1883).
 
A lo largo del juicio oral, los principales encartados no niegan pertenecer a la Internacional, pero afirman desconocer que cosa seaLa Mano Negra. Se refieren en varias ocasiones al Congreso de Barcelona y reconocen tener número en la Sociedad. El acusado Corbacho declara taxativamente: "Que para pertenecer a esa Sociedad solamente se exige ser hombre honrado y tener buenas costumbres, puesto que sólo va encomendada al socorro de los trabajadores”.

En las pruebas periciales se aporta el llamado "Reglamento del Núcleo Popular-Mano Negra”, documento que no pertenece a este proceso y que fue cedido por el juez de Orden Público que actuaba en otra causa seguida contra Manuel Estévez, por asociación ilegal y reunión clandestina.

Este puede ser el documento sobre el que se gestó el mito de La Mano Negra. Su importancia es capital y su contenido nos refuerza en la idea de la posible existencia de un "grupo liberado' extremista que realizase acciones incontroladas que – posteriormente- se relacionaran equivocadamente con la Internacional y sus afiliados en la Baja Andalucía.
 
 
Bartolomé Gago de los Santos (izquierda), supuesto ejecutor de la sentencia de “El Blanco”. José León Ortega (derecha), acusado de degollar a “El Blanco”. Fotos del gabinete Montenegro en las que aparecen escritos los créditos precedentes.
 
 
La Audiencia de Jerez juzga el caso del Blanco de Benaocaz. Grabado sobre dibujo de la realidad por J. Comba, "La Ilustración Española y Americana" 1883. Grabador Rico.
 
La audiencia de Jerez juzga el caso del Blanco de Benaocaz.

Preside el Tribunal el Honorable D. Juan A. Hernández Arbizu, ponente de la causa. A su derecha D. Carlos Toledano, marqués de Santa Amalia, y a su izquierda D. Gregorio Cordón, magistrados. Sentado a la mesa de la derecha se ve al Fiscal de S. M. D. Pascual Domenech, cubierto con birrete y señalando con el dedo. Los abogados defensores de los acusados figuran a la derecha del Fiscal. Fueron éstos: D. Adolfo Ruiz Heredero, D. Manuel Pío Barroso, D. Joaquín Pastor y Landero, D. José Luqué y Beas y D. Salvador Dastis e Isasi.

En la parte inferior, de pie, D. Miguel Sánchez Martín, jefe del piquete de custodia de la Guardia Civil. A su lado, en la parte inferior el capitán del mismo cuerpo D. José Oliver.

A la derecha del grabado sentados en gradas, los acusados. Grada superior, de izquierda a derecha, Francisco y Pedro Corbacho Lagos; Juan Ruiz y Ruiz y Roque Vázquez García; Manuel y Bartolomé Gago de los Santos.

Grada segunda: Antonio Valero Hermoso y Salvador Moreno Piñeiro; Gonzalo Benítez Álvarez y Gregorio Sánchez Novoa; Cristóbal Fernández Torrejón y José León Ortega. Junto a la tercera grada, con vara, cubierto y de uniforme, el portero mayor del Tribunal D. Juan Ruiz Sala.
 
Creación del Tribunal Popular ^


 
 
La prensa extranjera se hace eco de los sucesos de Jerez.
 
En el articulado del famoso Reglamento se leen disposiciones como la siguiente: "Habiendo sido la Asociación Internacional de los Trabajadores puesta fuera de la Ley por los gobiernos burgueses, ha tenido que convertirse en organización revolucionaria secreta, para llevar a cabo la revolución social violenta; pero como para llegar a este término tienen que pasar algunos años y la burguesía no para de cometer crímenes contra la clase trabajadora, cuyos crímenes es menester castigar antes que llegue la revolución social, y considerando que todos los federados no son a propósito para llevar a cabo estos castigos de un modo conveniente, por estas razones se forma un núcleo denominado "Tribunal Popular', cuyo tribunal será el encargado de sentenciar y castigar los crímenes de la burguesía.” ( Clara E. Lida, La Mano Negra, Madrid, 1972).

Sobre esta cuestión, la exposición del acusado Juan Ruiz Ruiz, maestro de escuela, es de las más enérgicas. Declara ser el número cuatro de la sociedad. Afirma ser socialista y haber fundado la federación de El Valle. Reconoce que se rige por las Actas del Congreso de Barcelona de 1881 y señala como promotores de la organización a los directivos de la "Revista Social”. Se niega a reconocer existencia de La Mano Negra y el "Reglamento del Núcleo Popular”.
 
 
Juan Ruiz Ruiz, maestro de escuela, supuesto propagandista y presunto secretario del Tribunal Popular. Foto del gabinete Montenegro.
 
Juan Ruiz afirma que las declaraciones de los acusados no son válidas porque fueron conseguidas con coacciones y malos tratos. En cuanto a la prueba capital del “Reglamento” fue reconocida por el fiscal Domenech como perteneciente a otros procesos, pero hizo todo lo indecible para forzar su aplicación en el caso que le ocupaba en 1883.

Sin embargo, la actuación del defensor Salvador Dastis e Isasi fue clara y contundente, llena de juicio crítico y situando el problema en su justo lugar: “No se trataba -dijo- de condenar a la Internacional sino de aclarar lo ocurrido en un caso clasificado como de homicidio”.

La sentencia definitiva del Tribunal Supremo, colofón al dictamen de los jueces Juan A Hernández Arbizu, Carlos Toledano y Gregorio Cordón: “confirmó la pena de muerte impuesta por el inferior a los reos Pedro y Francisco Corbacho Lagos, Manuel y Bartolomé Gago de los Santos, Cristóbal Fernández Torrejón, José León Ortega y Gregorio Sánchez Novoa, añadiendo a esta fúnebre lista el nombre del llamado maestro de escuela Juan Ruiz y Ruiz, que el tribunal de Jerez sólo había considerado acreedor a la pena de cadena. Se dispuso lo conveniente para que la sentencia tuviese cumplido efecto, mandándose suspender en la persona de José León Ortega, hasta ver el resultado de su enajenación mental” (M. Cubas, Historia de La Mano Negra, Madrid, 1884).

Y, así, esta macabra historia-narrada con todos sus detalles-se convirtió en pasto de periódicos y revistas. Y mientras unos creían en una justicia cumplida, otros sospechaban manejos ocultos de doble intención. Lo cierto es que pocos se pararon a pensar en las palabras póstumas del ajusticiado Juan Ruiz, publicadas por “El Cronista” de Jerez, en su edición del 8 de agosto de l884, tomadas de una carta dirigida a su esposa: “Educa a tus hijos de la más noble manera; como sabes, ha sido mi objeto principal. Si en algo te he faltado perdóname. Yo estoy con mi conciencia tranquila y, por lo mismo, en gracia de Dios”.

Al margen del proceso anterior, fueron - también- usados otros como acciones de la macabra organización. Nos referimos al seguido contra Juan Galán Rodríguez por asesinato de Juan Núñez Chacón y de María Labrador y homicidio de Manuel Román Ortiz.
 
 
Revisión de la causa de La Mano Negra en el Tribunal Supremo.“ La lustración Española y Americana”, 1884, por J. Comba.
 
En el propio preámbulo de la publicación de esta otra causa se reconoce que no hay pruebas fidedignas para achacar estos crímenes a la secreta institución. Así dice el prologuista: “Es uno de los crímenes atribuidos a La Mano Negra, a pesar de que en el proceso en nada se ha justificado que las escenas ocurridas en la venta de Juan Núñez tuvieran su origen en los acuerdos de la mencionada sociedad. Sólo se traducen -en todo caso- las disidencias grandísimas que existen entre los jornaleros andaluces que se dedican al viñedo, sobre la manera de ejecutar la poda. De la misma manera que existen entre los que se consagran a la siega de los campos, acerca de las condiciones del trabajo, lucha eterna que sostienen los jornaleros con los propietarios que es la lucha habida siempre entre el capital y el trabajo.”

El relato del suceso aparece recogido exhaustivamente en el informe del fiscal don Pascual Domenech en su actuación del 19 de septiembre de 1883 y en las primeras diligencias del caso.
 
Ausencia de clase media  ^
 
 
Retrato de algunos de los implicados en la cuestión Mano Negra, según fotografía inserta en el informe publicado por M. Cubas en Madrid en 1884.
 
Los graves sucesos de Jerez y comarca dieron lugar a importantes intervenciones parlamentarias. La primera estuvo a cargo del Duque de Almodóvar del Río e – íntegramente - fue publicada por el periódico jerezano “El Cronista”. En su exposición analizaba que habían llegado a tal estado las cosas: "De suerte que se observa en Jerez y se podría extender la afirmación a buena parte de las ciudades que pueblan la bahía de Cádiz, de que siendo la pequeña propiedad una excepción y la industria manufacturera casi nula, se observa el fenómeno de que no existan más que dos cuerpos sociales, uno de propietarios y labradores en situación holgada y otro de jornaleros. Uno que vive del producto de la renta o del producto de la labor, y otro que vive producto de su salario. Es decir, que siendo pequeña en representación la clase media, nos encontramos allí con un fenómeno extraño a todos los países de Europa; falta el eslabón que enlaza la alta clase con el proletariado. Pero - además - no es el proletariado de aquellas ciudades el que depende del salario que gane en una industria fabril - trabajo casi constante- sino una numerosa clase jornalera que vive de un salario sujeto a las eventualidades del tiempo que es - en suma- el proletariado campesino…” (“El Cronista”, 18-03-1883).

El Duque de Almodóvar señala como especialmente responsables de la situación a una cierta aristocracia y burguesía. Les acusa de haber creado en el proletariado andaluz “una desconsoladora deficiencia moral”. Indica otras carencias en la ética del comportamiento ciudadano y agrega: “Aberración que consiste en no ver el bien donde está, ni el mal donde está el mal, que consiste en no saber marcar la línea divisoria entre uno y otro; aberración moral, en suma, que desenvuelve una enfermedad del espíritu, parecida a la enfermedad física, cuyo síntoma es el trueque de los colores de un daltonismo moral”.
 
 
 
El Duque de Almodóvar del Río (Jerez 1850- Madrid 1906) en la tribuna parlamentaria.

Almodóvar pensaba que había que atacar no a una "célula”, sino a las raíces del mal con una legislación laboral que impidiera los continuos actos represivos a que se veían sometidos a ejecutar los sucesivos Gobiernos, “porque -escribe- cuando la máquina legal no sirve para un estado de cosas, y este estado de cosas continúa, hay que cambiarla por otra máquina legal”.

Mientras tanto seguían las delaciones, las detenciones y la prensa más conservadora veía en el castigo aislado de La Mano Negrala única medida para solucionar el conflicto.

El diputado de la minoría federal don Pedro Moreno Rodríguez, en su discurso de interpelación al Gobierno, termina de puntualizar las razones de Almodóvar: “…El señor duque de Almodóvar y yo llevamos como los demás labradores de Jerez y de Arcos, muchos años de sufrir “Manos Negras” o de otro color, que todas nos dan el mismo resultado. Estamos acostumbrados a sufrir los daños, poniendo por nuestra parte el remedio que podemos. Probablemente, hemos contraído ya cierto hábito que nos hace ver la cuestión con serenidad, sin que nos asuste”. Y agrega: “Mientras las masas obreras han tenido libertad para reunirse, se han dedicado a la política y han estado dirigidas por hombres políticos. El hambre y la falta de trabajo ha llevado su contingente al ejército de las faltas. Vengo gestionando la apertura de obras públicas. Nada se ha conseguido por causa del eterno expediente que entorpece todo en nuestro país. Ha habido falta de créditos. Cosas que deben preverse desde ahora porque la calamidad no ha pasado allí, ni pasará en mucho tiempo. Por un espíritu de centralización que late en nuestras costumbres toleramos este abandono un año y otro más.”(“El Cronista” 19-03-1983).
 
 
 
Crisis jornalera en Jerez. Jornaleras. Patio del cortijo "La Mariscala" intervenido por militares. Faenas de recolección supervisadas ("Ilustración Española y Americana" 1883, por J. Comba).

Las intervenciones parlamentarias no eran baladíes. Ambas, muy válidas como dictámenes de la situación, procedían de políticos avezados y comprometidos. El diputado federal, D. Pedro José Moreno Rodríguez (Arcos 1839-Madrid 1908), había sido Alcalde de Arcos, persona muy destacada en el revolución septembrina de 1868, diputado por la circunscripción de Cádiz, distrito de Jerez, en las elecciones de 1869 y en las de 1871 a 1881 y ministro de Gracia y Justicia (1873) en la Primera República.
 
Por su parte, el Duque de Almodóvar del Río, D. Juan M. Sánchez y Gutiérrez de Castro (Jerez 1850-Madrid 1906), era - en el momento de los sucesos - diputado por Córdoba. A partir de las elecciones de 1886 lo fue - hasta las de 1905 - de la circunscripción de Cádiz, distrito de Jerez. Ministro de Estado en varias ocasiones durante la Regencia de María Cristina y Alfonso XIII. Representante de España en la Conferencia Internacional de Algeciras de 1906.
 
Nadie puede negar, pues, que se desconociera el hondo problema social que encubría el turbio asunto de La Mano Negra. Pero -quizás- como escribió el periodista de la época I. Tauzín: “La Mano Negra vendría a ser, simplemente, la resolución por la fuerza de lo que debe resolverse por la razón y por el peso de la opinión pública”.
 
Una interpretación bakuninista ^
 
 
Hojilla suplemento de “El Cronista” de Jerez – sito en calle Gravina 2 - en la que se informaba de la sentencia primera recaída en las causas criminales de La Mano Negra. Publicada el 18 de junio de 1883, un año antes de la ejecución de sentencia dictada por el Tribunal Supremo.

Ante el cúmulo de desdichas, la propia AIT desmintió formalmente su relación con la violenta organización. La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTPE) publicó la siguiente declaración: "Conste una vez más que nuestra Federación nunca ha sido partidaria del robo, ni del incendio, ni del secuestro, ni del asesinato, sepan también que no hemos sostenido ni sostenemos relaciones con lo que llaman Mano Negra”. Y la propia Revista Social -aquella que fue tantas veces citada en los procesos- argumentaba: “La Mano Negra no puede ser sociedad de obreros, sino –quizás- de algunos alucinados adheridos, tal vez, a ideas irrealizables, constituida más por criminales que por obreros.” (8-03-1883).

Para M. Tuñón de Lara: “Nada permite -en suma- hablar de La Mano Negra como organización. Ello no es obstáculo para que pudieran existir pequeñas mafias (grupos influenciados por el anarco-comunismo) en las fronteras de la rebeldía secular y de la delincuencia común que, hábilmente explotadas por los órganos de poder, sirvieron a justificar una represión y una campaña que, pese a sus protestas, quebrantaría, en cierto modo, a la FTRE. Los más extremistas, minoritarios en el Congreso de Sevilla, tornaron el título de "Los desheredados" y celebraron un congreso en Sevilla. Llegaron a sentenciar a muerte a la comisión federal y no es descabellado relacionar estos hechos con la hipotética existencia de la Mano Negra”.

Según C. E. Lida:”La Mano Negra es uno de esos típicos ejemplos de grupos minoritarios que discrepaban con la línea oficial establecida por la Federación Española y no la seguían. Si bien la Mano Negra fue probablemente aplastada para siempre en 1883, sus ideas básicas no desaparecieron, sino que continuaron en otras organizaciones andaluzas, tales como "Los Desheredados', que prosiguieron la lucha, y hacia 1886 el comunismo anárquico comenzó a ser adoptado oficialmente por algunos periódicos de la clase obrera”.
 
 
 
En nuestra opinión, con todas las cautelas, cabe una posible interpretación sobre este enigma histórico. La Mano Negrapresentaría similitudes muy parecidas con el famoso “tchorni peredial” (reparto negro), del filobakunista ruso Plejanov. Antes de la aparición del marxismo, la actitud de las organizaciones revolucionarias estaba aquejada por los defectos de la ideología de un movimiento que -debido a la debilidad numérica del proletariado en un país esencialmente campesino-, se movía todavía en la imprecisión y en el confusionismo. El “reparto negro” de Plejanov parecía unir a la lucha de clases ácrata, un perfil peculiar autónomo y autogestionario. La semejanza de nombres, de ideología y de acción serían las piezas que faltaran para encajar en lo que realmente fue un movimiento campesino ácrata, de raíz bakuninista (M. Ruiz Lagos, Ensayos de la Revolución. Andalucía en llamas, Madrid, 1977).

 
 
La estela legendaria de La Mano Negra se extiende por Europa. He aquí el folleto publicado en Francia por la editorial TempsNouveaux sobre 1905.

Estas mismas opiniones, con pequeñas variantes, aparecen mantenidas por M. Nettlan en sus estudios sobre la I Internacional en España. Resta, pues, señalar, lo que es sumamente difícil de dilucidar: la verdadera relación de los internacionalistas ajusticiados con el "Núcleo Popular" de la presunta secreta asociación. Este sigue siendo el verdadero reto para un correcto conocimiento de La Mano Negra, más de cien años después de su aparición estelar. *
 
Andalucía, otoño de 2009

Manuel RUIZ LAGOS
 
  • La versión primera de este artículo apareció publicada en el diario ABC de Sevilla en los meses de enero y febrero de 1983, año en que se conmemoraba el centenario de los sucesos de La Mano Negra. En la ilustración de este trabajo, en lo posible, se han procurado usar los grabados del jerezano Juan Comba y García (Vid. Miguel B. Márquez, “Juan Comba y García: cronista gráfico de La Restauración”, Ámbitos, núm. 15, 2006, pp. 365-404). Es un orgullo volver a usar el trabajo gráfico del jerezano para aquello mismo que fue creado. Incorporamos, igualmente, aquellos otros grabados que aún no datados, procedentes de bancos de datos generales, son testimonios de los sucesos que se narran.